Unas 100.000 personas desafían al Gobierno de Orban en la mayor marcha del Orgullo en Budapest

<p>La capital húngara ha celebrado la marcha del Orgullo gay pese a su prohibición, una victoria frente al gobierno del primer ministro, <strong>Viktor Orban</strong>, de gran simbolismo, pero tan efímera como el arco iris en el cielo. Orban dejó hacer al alcalde de Budapest, el progresista Gergely Karácsony, que ha convertido el desfile en fiesta local para sortear la ley. Orban se aseguró de que el desfile, que <strong>reunió a 100.000 personas</strong>, según datos de la agencia AP, transcurriera sin incidentes. Los organizadores han asegurado que se ha tratado del<strong> mayor acto del Orgullo LGBTQ+ de la historia de Hungría</strong></p>

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 Mantiene a raya a los grupos de extrema derecha que anunciaron acciones contra los manifestantes y ha prohibido a la policía usar la fuerza  

La capital húngara ha celebrado la marcha del Orgullo gay pese a su prohibición, una victoria frente al gobierno del primer ministro, Viktor Orban, de gran simbolismo, pero tan efímera como el arco iris en el cielo. Orban dejó hacer al alcalde de Budapest, el progresista Gergely Karácsony, que ha convertido el desfile en fiesta local para sortear la ley. Orban se aseguró de que el desfile, que reunió a 100.000 personas, según datos de la agencia AP, transcurriera sin incidentes. Los organizadores han asegurado que se ha tratado del mayor acto del Orgullo LGBTQ+ de la historia de Hungría

Orban ha mantenido a raya a los grupos de extrema derecha que anunciaron acciones contra los manifestantes y ha prohibido a la policía hacer uso de la fuerza, pasara lo que pasara. La atención internacional ha sido tal que lo último que Orban necesitaba eran imágenes de violencia. Eso sí, ha sembrado el recorrido de la marcha de cámaras de reconocimiento facial para, en caso necesario, imponer multas de hasta 500 euros por incumplimiento de la ley o iniciar procesos con penas de cárcel.

De ellas escaparán los eurodiputados, activistas, dirigentes y extranjeros en general que acudieron a Budapest para mostrar solidaridad con la comunidad LGBTI húngara, mantener viva una causa o hacer titulares. Y fueron muchos, desde la activista climática Greta Thunberg hasta la comisaria europea de Igualdad, la belga Hadja Lahbib, pasando por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, por el titular de Cultura, Ernest Urtasun, y la dirigente de Podemos y eurodiputada, Irene Montero. El discurso siempre fue el mismo y esta edición del Orgullo en Budapest se lo ha quedado la izquierda: el amor no se puede prohibir. «El Orgullo es resistencia, amor y celebración de quienes somos. Prohibirlo es un ataque fascista contra los derechos humanos», ha dicho Thunberg en sus redes sociales.

Díaz y Urtasun se unieron a a la manifestación del Orgullo LGTBIQ+ en Budapest en representación del Gobierno, pero han hablado en nombre de la Unión Europea. «La Comisión Europea no puede mirar a otro lado, no puede quedarse callada. Está en juego el futuro de Europa», ha declarado Díaz, que ha apelado a Europa a unirse para evitar el avance de la ultraderecha ya que «se están empezando a vulnerar derechos fundamentales».

Díaz ha convertido los derechos LGBTI+ en termómetro para medir la democracia y en ese sentido ha afirmado que «hoy Budapest es la capital de la democracia, de la esperanza, de la libertad, de la diversidad, del orgullo, de amar libremente y de ser lo que queramos ser». La vicepresidenta ha sostenido que los derechos y las libertades públicas «están en juego no solo en Hungría, sino en el conjunto del mundo» ya que la extrema derecha, ha afirmado, es «no solamente es Orban, es Trump, es Milei o Meloni». La líder de Sumar garantizó que desde el Gobierno de España se van a seguir defendiendo los derechos y libertades de las personas para evitar que las fuerzas de ultraderecha entren al poder en España, ya que avisa, estos actos de represión como se producen en Hungría, ya se producen en España. «Los gobiernos del Partido Popular y de Vox están prohibiendo actos como los que vivimos aquí», ha dicho.

Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno español, y el alcalde de la capital húngara, el ecologista Gergely Karácsony, entre otros asistentes.
Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno español, y el alcalde de la capital húngara, el ecologista Gergely Karácsony, entre otros asistentes.LUIS LIDÓNEFE

La comunidad LGBTI ha formado parte de la táctica política de Orban desde hace más de una década. Para afianzar su electorado, profundamente conservador, ha aprobado una maraña de leyes para proteger a la familia tradicional y la infancia. Desde que empezó su cruzada en 2010, Orban, evangelista practicante pero sobre todo estratega político con vocación de perdurar, ha utilizado su mayoría parlamentaria para aprobar leyes que, por ejemplo relacionan la pedofilia con las personas LGBTQ+. Siguiendo el ejemplo de la ley rusa de 2013 sobre «propaganda gay», el Gobierno populista de derechas de Fidesz prohibió además la difusión de contenidos que considere que promueven la segregación de género, la reasignación de género o la homosexualidad.

La Constitución húngara ya contiene cláusulas que establecen que «Hungría protege el derecho de los niños a la identidad propia de acuerdo con su sexo de nacimiento y garantiza una educación acorde con los valores basados en la identidad constitucional y la cultura cristiana de Hungría». En ese sentido, la legislación sexual, la orientación y el desarrollo sexuales debe estar en consonancia con la Constitución, que asimismo especifica que la familia solo puede significar el matrimonio entre un hombre y una mujer.

La manifestación prohibida arrancó al filo de las 15 horas en el parque que se abre frente al Ayuntamiento. Recorrió la avenida Károly körút, pasó por delante de la Universidad ELTE y el Museo Nacional hasta llegar a la plaza Kálvin tér, y luego al muelle Megyetem rakpart, donde se inauguraron los actos nocturnos con discursos y actuaciones musicales. Las redes sociales ardían con las entradas de los participantes que no recogieron los medios. A nivel informativo, el Orgullo no paso de Instagram o Tic Toc, un silencio que, según periodistas húngaros, se debe a la inseguridad jurídica que genera ese paquete de leyes anti LGTBI.

Y a muchos húngaros les parece bien, como a Alexandra Szentkirályi, líder del grupo parlamentario del Fidesz-KDNP. En su cuenta en Facebook, esta dirigente pidió a sus seguidores que, en lugar de banderas arcoíris, compartieran fotos de una comida dominical, de trabajos en el jardín o de un bonito momento en familia, ya que, en su opinión, esa era la «respuesta digna» al Orgullo. Szentkirályi calificó de «cínica» la declaración del alcalde

Según Karácsony, , si un padre no quiere que su hijo se encuentre con adultos semidesnudos en la calle, debía evitar esa zona de la ciudad durante el Orgullo. «Como madre, rechazo tener que evitar en la ciudad los lugares donde podría encontrarme con algo similar a lo que vi en Viena», escribió Szentkirályi, refiriéndose a sus experiencias en el Orgullo de Viena, que solo se atrevió a compartir en imágenes en la página de Fidesz en Budapest porque, según ella, vio «cosas brutales».

En Budapest la única incidencia registrada durante la marcha la protagonizó un hombre que increpó a los manifestantes para que abandonen la homosexualidad. Fue detenido. La fiesta continuó, pero el éxito ante Orban solo se traducirá en resaca. A despertar, el matrimonio entre personas del mismo sexo seguirá prohibido, las parejas no podrán adoptar porque tampoco está dentro de la ley la adopción individual y no se aceptará el cambio de sexo. Orban se juega un quinto mandato en las elecciones de 2026.

Contramanifestantes con una cruz y libros religiosos caminan entre los participantes en la marcha del Orgullo en Budapest.
Contramanifestantes con una cruz y libros religiosos caminan entre los participantes en la marcha del Orgullo en Budapest.Rudolf KarancsiAP

Antes de su regreso al poder en 2010, Hungría era uno de los países más progresistas de la región: la homosexualidad se despenalizó a principios de la década de 1960 y la unión civil entre personas del mismo sexo se reconoció en 1996. Pero el jefe del Gobierno, defensor del «iliberalismo», ha cambiado poco a poco las reglas del juego.

Las marchas del orgullo son organizadas por asociaciones, a menudo en junio, en relación con los disturbios de Stonewall, la movilización fundadora del movimiento LGBT+, que tuvo lugar en la noche del 27 al 28 de junio de 1969 en Nueva York, tras una redada policial en un bar gay.

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