Netanyahu afirma que quiere tomar el control de Gaza y dárselo a fuerzas árabes que la controlen y gobiernen en lugar de Hamas

<p>Tomar el <strong>control militar de toda la Franja de Gaza sin anexionarla</strong> y entregarla a fuerzas árabes para que la controlen y <strong>gobiernen en lugar de Hamas</strong>. Estas ideas reveladas este jueves por la tarde por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a periodistas indios y a la cadena estadounidense Fox en Jerusalén, fueron la <strong>sustanciosa antesala </strong>de la reunión del gabinete de seguridad convocada para aprobar la nueva fase en la ofensiva en el enclave palestino.</p>

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 El primer ministro israelí no se anexionará la Franja, pero sí la ocupará militarmente  

Tomar el control militar de toda la Franja de Gaza sin anexionarla y entregarla a fuerzas árabes para que la controlen y gobiernen en lugar de Hamas. Estas ideas reveladas este jueves por la tarde por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a periodistas indios y a la cadena estadounidense Fox en Jerusalén, fueron la sustanciosa antesala de la reunión del gabinete de seguridad convocada para aprobar la nueva fase en la ofensiva en el enclave palestino.

Con la negociación de tregua paralizada y aún sin lograr los dos objetivos declarados tras el ataque yihadista del 7 de octubre del 2023 (vuelta de todos los secuestrados y acabar completamente con Hamas), el mini gabinete israelí debatió si la ampliación de las acciones de su ejército a zonas como la ciudad de Gaza incluirá su ocupación. Este último escenario no es apoyado por el jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, que prefiere incursiones puntuales y sitiarla. Tampoco los manifestantes que se congregaron ante la sede del Gobierno y otros sitios alertando que puede suponer la sentencia de muerte para los secuestrados aún en cautiverio. De los 50, al menos 20 están vivos.

Preguntado por Fox si tiene intención de tomar el control de toda la Franja de Gaza, Netanyahu respondió afirmativamente explicando que el motivo es «asegurar nuestra seguridad y quitar a Hamas de esta zona permitiendo a la población de Gaza ser libre». Según aclaró, Israel entregará su control a un gobierno civil que «no sea Hamas ni ninguno que abogue por la destrucción de Israel». Detalló que serían «fuerzas árabes que gobiernen de forma adecuada sin que nos amenacen y aseguren una buena vida a los gazatíes. Esto no es posible con Hamas. La única manera de tener un futuro diferente es deshacernos de este ejército neonazi. Son crueles con nuestro pueblo y el suyo propio».

«Yo no quiero perpetuar a Hamas sino doblegarlo. El método actual no ha traído la liberación de los secuestrados y así no podemos seguir», dijo Netanyahu a Zamir en la reunión mientras Zamir sostiene que la «ocupación pondrá en peligro de forma significativa la vida de los secuestrados y provocará un mayor desgaste de los soldados».

La ampliación de la ofensiva en un enclave en el que ya controla al menos el 70% podría ser una de las medidas más trascendentales de Israel desde el inicio de la respuesta militar al ataque sin precedentes del 7-O. A la oposición interna, se une gran parte de la comunidad internacional, ya muy crítica a raíz de la crisis humanitaria en Gaza. La ONU alerta sobre «catastróficas consecuencias» para el ya devastado enclave palestino mientras Gran Bretaña y Francia señalan que sería un grave error que perjudicaría a israelíes y gazatíes.

Cabe recordar, sin embargo, que el ejército necesita tiempo y más soldados para poner en práctica la toma de control de la ciudad de Gaza, feudo de lo que queda del brazo armado de Hamas. Ello requiere entre 4 y 6 divisiones y la previa evacuación de cientos de miles de habitantes. Es decir, este margen de tiempo sería también una forma de presión para la vuelta de la negociación.

«Las declaraciones de Netanyahu constituyen un claro cambio de rumbo en las negociaciones y revelan claramente los verdaderos motivos de su retirada de la última ronda, a pesar de que estábamos cerca de alcanzar un acuerdo final», ha reaccionado Hamas que acusa a Netanyahu de querer «sacrificar a los cautivos debido a sus intereses personales y sus agendas ideológicas extremistas».

«Los intentos de ampliar los ataques contra nuestro pueblo palestino no serán un picnic. El precio que se exigirá a la ocupación y a su ejército será alto y costoso», advierte el grupo islamista.

Israel cuenta con el apoyo de EE.UU para «elevar la presión militar sobre Hamas» tras la decepción causada en la última ronda negociadora en Doha de la que ambos acusan a Hamas. El propio Donald Trump señala que su país está centrado en el suministro de ayuda humanitaria «para que todos tengan alimentos» en la Franja de Gaza dejando a Netanyahu la opción de decidir sobre la guerra. «Depende en gran medida de Israel», respondió este martes a la posible ampliación de la ofensiva.

El miércoles, Netanyahu mantuvo el encuentro de rigor sobre asuntos de seguridad con el jefe de la oposición Yair Lapid. «Le dije que la ocupación es una idea muy mala. No se inicia una acción de este tipo si la mayoría de la población no está detrás de ti, y el pueblo de Israel no está interesada en esta guerra por la que pagaremos costes demasiado pesados», reveló Lapid mientras miles se manifestaron coincidiendo con la reunión del gabinete.

El optimismo de hace un mes en la Plaza de los Secuestrados en Tel Aviv ha dado paso no solo al pesimismo sino también al pánico. No solo la tregua se aleja sino que si los soldados se acercan a donde están los rehenes, éstos podrían ser asesinados por sus captores.

«Estoy absolutamente en contra. Desde el principio, me opongo a alargar la guerra y tengo mis dudas sobre los verdaderos objetivos», comenta a EL MUNDO la argentina-israelí Zulema Ber Kleinbort, residente de Ashdod que acude a la plaza tres veces por semana junto con su marido como voluntaria. «Cuando veo el número escrito acá , me mata el alma», añade apuntando en su camiseta al número de días de cautiverio que se acerca a los 700.

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