<p>En el Nippon Budokan, el templo del judo de Tokio, se celebró una extraña pelea en 1976 entre el entonces rey de los pesados y el campeón local de la lucha libre: <strong>Muhammad Ali </strong>acabó con la pierda izquierda destrozada tras 64 patadas que le propició <strong>Antonio Inoki</strong>. En el tatami del Budokan también han actuado históricos como los Beatles, Bob Dylan, ABBA y Eric Clapton. Y hace tres años este estadio dio cobijo al multitudinario funeral del ex primer ministro<a href=»https://www.elmundo.es/internacional/2022/09/27/63329c26fc6c83eb3f8b45b0.html»> Shinzo Abe</a>, asesinado a tiros en un acto de campaña.</p>
Este viernes, el Budokan ha sido el escenario para otro solemne evento: la ceremonia por el 80º aniversario de la rendición de Japón ante las fuerzas aliadas que puso fin a la Segunda Guerra Mundial
En el Nippon Budokan, el templo del judo de Tokio, se celebró una extraña pelea en 1976 entre el entonces rey de los pesados y el campeón local de la lucha libre: Muhammad Ali acabó con la pierda izquierda destrozada tras 64 patadas que le propició Antonio Inoki. En el tatami del Budokan también han actuado históricos como los Beatles, Bob Dylan, ABBA y Eric Clapton. Y hace tres años este estadio dio cobijo al multitudinario funeral del ex primer ministro Shinzo Abe, asesinado a tiros en un acto de campaña.
Este viernes, el Budokan ha sido el escenario para otro solemne evento: la ceremonia por el 80º aniversario de la rendición de Japón ante las fuerzas aliadas que puso fin a la Segunda Guerra Mundial. Aquel 15 de agosto de 1945, el anuncio llegó por una retransmisión de radio entrecortada del emperador Hirohito. «Ruego a todos mis súbditos que mantengan la paz, se sometan a las órdenes del Gobierno y colaboren en el cumplimiento de las instrucciones recibidas: poner fin de la guerra para evitar la aniquilación completa», soltó.
Aquella fue la primera vez que la gran mayoría de los japoneses escuchaban la voz del último emperador en ser adorado como una deidad. El mensaje, que fue grabado un día antes de su retransmisión, llegaba tras los bombardeos atómicos estadounidenses en Hiroshima y Nagasaki, y la invasión de las tropas soviéticas de varias islas al norte de Japón y de las zonas ocupadas por las tropas imperiales al noreste de China.
El actual emperador y nieto de Hirohito, Naruhito, ha asistido hoy a la ceremonia anual en el Budokan en homenaje a todas las víctimas de la guerra. El acto arrancó a las 11:51 y, nueve minutos después, se guardó un minuto de silencio a la misma hora en la que se emitió hace ocho décadas el mensaje por radio. Naruhito, acompañado por la emperatriz Masako, expresó su «profundo remordimiento» y dijo que «la calamidad de la guerra nunca debería repetirse».
También intervino el primer ministro Shigeru Ishiba, quien insistió en el «remordimiento» presente en Japón, siendo el primer líder nipón que utiliza ese término desde 2012 en la ceremonia anual. Aunque, al igual que sus predecesores, evitó citar cualquier referencia a la agresión del ejército imperial japonés a sus vecinos asiáticos durante la guerra.
«Nunca debemos repetir la devastación de la guerra. El remordimiento y las lecciones de esa guerra deberían quedar una vez más grabados profundamente en nuestros corazones«, afirmó Ishiba, recordando el compromiso de su país con la paz frente a los actuales conflictos mundiales.
En la ceremonia también estuvieron presentes alrededor de 3.400 familiares de víctimas de la guerra y supervivientes de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki. «Tras haber vivido la crudeza de la posguerra, nuestro país debe aprovechar la oportunidad para destacar la inutilidad de la lucha, la dificultad de la reconstrucción y el valor incalculable de la paz en el mundo», declaró en el evento Hajime Eda, de 82 años, que se quedó huérfana de padre, un soldado del ejército, con cinco años.
En Reino Unido, donde en 1945 fueron los primeros en celebrar el Día de la Victoria sobre Japón (Día VJ), adelantándose al comunicado por radio del emperador, este viernes también se celebrarán varios actos presididos por el rey Carlos y el primer ministro, Keir Starmer. Se estima que 71.000 soldados de Gran Bretaña y la Commonwealth murieron luchando en la guerra contra Japón. «Nuestro país tiene una gran deuda con aquellos que lucharon por un futuro mejor, para que pudiéramos tener las libertades y la vida que disfrutamos hoy», dijo Starmer el jueves en una declaración.
La capitulación de Japón formalizó hasta el 2 de septiembre de 1945, durante una ceremonia a bordo del acorazado estadounidense USS Missouri. En nombre de Hirohito firmaron el entonces ministro de Exteriores y el jefe del ejército. Al otro lado estaba un grupo de representantes de las naciones que habían combatido a Japón encabezado por el general estadounidense Douglas MacArthur, quien lideró posteriormente la denominada «ocupación aliada» que desmanteló el ejército imperial japonés y tomó las riendas del país asiático.
La guerra terminó en Japón aquel 15 de agosto, pero la lucha en la región estuvo lejos de concluir por una sucesión de conflictos locales empujados por los fuertes movimientos de independencia contra las potencias coloniales de Occidente. En el Sudeste Asiático, Malasia y Birmania lucharon contra los ocupantes británicos. En la Indochina francesa (Vietnam, Camboya y Laos) y las Indias Orientales (Indonesia) también se enfrentaron al dominio francés y holandés. Mientras, en Corea, que había estado ocupada por Japón durante varias décadas, se fueron formando dos naciones separadas que terminaron enfrentándose en una guerra (1950-1953), con las fuerzas soviéticas y china apoyando al Norte, y EEUU y los aliados al Sur.
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