Roberto Alcázar y Pedrín en 2025: la élite de la élite

<p>Durante el pasado siglo, la editorial Bruguera fue la líder indiscutible de la producción de tebeos en nuestro país. Pero si hubo alguna otra que le pudo pelear de tú a tú ese primer puesto fue la Editorial Valenciana, fundada en <strong>Valencia </strong>por <strong>Juan Bautista Puerto </strong>en 1932 y dedicada, en un primer momento, a la publicación de folletines por entregas. En 1940, Puerto apostó por el público infantil, lanzando una serie de exitosas colecciones que lograron que la casa tuviera distribución nacional. Una de ellas, además, pulverizó todas las expectativas. En 1941, la Editorial Valenciana presentó el primer cuadernillo de un tebeo que llegaría a tener<strong> 1219 números consecutivos hasta 1976 </strong>(lo que la convertiría en la serie más larga de la historia del cómic español). </p>

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 Segunda entrega de este particular juego: ¿cómo serían cinco personajes españoles en 2025? Hoy, un dúo de pocas palabras y muchos mamporros  

Durante el pasado siglo, la editorial Bruguera fue la líder indiscutible de la producción de tebeos en nuestro país. Pero si hubo alguna otra que le pudo pelear de tú a tú ese primer puesto fue la Editorial Valenciana, fundada en Valencia por Juan Bautista Puerto en 1932 y dedicada, en un primer momento, a la publicación de folletines por entregas. En 1940, Puerto apostó por el público infantil, lanzando una serie de exitosas colecciones que lograron que la casa tuviera distribución nacional. Una de ellas, además, pulverizó todas las expectativas. En 1941, la Editorial Valenciana presentó el primer cuadernillo de un tebeo que llegaría a tener 1219 números consecutivos hasta 1976 (lo que la convertiría en la serie más larga de la historia del cómic español).

Un tebeo protagonizado por un señor elegante y su joven protegido, cuyo cometido era luchar contra el mal en todas sus múltiples manifestaciones. Roberto Alcázar y Pedrín sería seguida por una legión de jóvenes adeptos que disfrutaban de lo lindo con las aventuras de este belicoso dúo que llegaría a ser uno de los símbolos del pulp español y uno de los tebeos más malinterpretados por estudiosos del medio tras el fin de la dictadura franquista, que lo tomaron como uno de los estandartes culturales del régimen.

La serie se creó por iniciativa del propio Puerto, junto al guionista Alfonso Arizmendi y el dibujante Eduardo Vañó. El primer número llevaba como título Roberto Alcázar, el aventurero español, pero la popularidad posterior de Pedrín entre la chavalería, gracias a sus divertidas expresiones cuando la emprendía a garrotazos, como «toma jarabe de palo» o «toma peladillas de Alcoy», le hicieron merecedor de aparecer acompañando a Alcázar en las portadas. Un apellido, claro, y un aspecto (serio, peinado hacia atrás con entradas y nariz afilada) que inevitablemente recordaban a José Antonio Primo de Rivera, aunque Vañó negó esta posibilidad en todo momento y siempre dijo que la inspiración para el rostro de Alcázar no fue otro que él mismo. Se da la circunstancia que Vañó participó en la Guerra Civil como combatiente republicano, así que puede que la inspiración joseantoniana fuera una traición de su propio subconsciente.

El motor de las aventuras de Roberto Alcázar y Pedrín se ponía en marcha gracias a la mecha cortísima de sus protagonistas, que se liaban a repartir sopapos ante cualquier eventualidad. Alcázar se presenta en primera instancia como periodista, aunque apenas le vemos trabajar. A Pedrín se lo encuentra de polizón en un barco y lo toma como protegido. Con el transcurrir de la serie, Alcázar se convertirá en agente de la Interpol, pero el quid de la cuestión es enfrentarse a todo tipo de villanos a puñetazo limpio, sin miedo y a las bravas, con un ritmo trepidante y mucho humor, argumentos que le valieron para mantenerse en el mercado durante más de tres décadas.

Tras la desaparición de la Editorial Valenciana, Roberto Alcázar y Pedrín cayó en la nebulosa del olvido y la crítica especializada quiso condenarlo al ostracismo definitivo. Se consideraba un tebeo reaccionario, filofascista y de escaso valor artístico. La nueva ola de autores patrios se cebó con el dúo en todo tipo de parodias, como Roberto el Carca (1980), de Pamiés o Roberto España y Manolín (1997), de Vidal-Folch y Gallardo.

No fue hasta bien entrado el presente siglo que Roberto Alcázar y Pedrín fue objeto de una nueva visión crítica. Especialistas como Pedro Porcel defendieron la serie como una obra de aventuras sin adscripción al franquismo. Era un tebeo violento, sí, pero no más que los cómics norteamericanos de la época. Esta nueva visión hace que su relectura por los artistas contemporáneos no tenga intención satírica. Así nace ¡García! (2015), de Santiago García y Luis Bustos, una serie en curso publicada en tomos por Astiberri que gozó de una adaptación audiovisual en una serie homónima de HBO y que no deja de ser un homenaje poco disimulado al tebeo de la Editorial Valenciana. En ella, García, un agente secreto del franquismo, es traicionado por su ayudante Jaimito y cae en un coma. García despertará en nuestro presente para enfrentarse a una ominosa amenaza.

Pero vayamos a nuestro juego. ¿Cómo serían nuestros héroes en 2025? En esta ocasión, Roberto Alcázar y el joven Pedrín (mayor de edad, pero joven) son el brazo (des)armado del CNI, la élite de la élite. Alcázar lleva años en activo y se las sabe todas, así que es el encargado de acoger bajo su ala al más prometedor de los nuevos miembros del servicio de inteligencia de nuestro país. Elegantes y duros como ellos solos, como vemos en la ilustración que acompaña este texto. En esta ocasión tendrán que enfrentarse a un desalmado grupo terrorista de origen incierto que ha tomado como rehenes a los miembros del Congreso de los Diputados. Lo que no esperan los malvados es que dos valientes, armados únicamente con sus puños y un garrote, vayan a salvar el día repartiendo una ensalada de piñas que recordarán el resto de sus vidas.

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